"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Juan 3:16
ARREPENTIMIENTO Y CONVERSION
El
llamado al arrepentimiento fué el énfasis de Jesús al comienzo de su predicación (Mat. 4:17) y también el de los Apóstoles
(Hch. 3:19). En Romanos 10:17, la Biblia dice que la fe viene como producto del oir la Palabra de Dios. Es decir, la persona
presta sus facultades de audición (y entendimiento), entonces Dios pone la sustancia que es la FE. Esto quiere decir que aún
para nosotros tomar la decisión de salvarnos, necesitamos de su ayuda. Sin fé no se puede tomar la decisión de aceptar la
salvación que Dios nos provee. La acción de ser salvos por medio de la fe no es de nosotros, sino que es don de Dios. Efe.2:8.
La fe actúa en base de la declaración de Dios por su palabra y obra dentro de nosotros para producir credibilidad a esa declaración.
Es entonces cuando experimentamos una contundente sensación de arrepentimiento y dolor por causa de nuestra desobediencia
y pecado hacia Dios.
Cuando alguien se permite a sí mismo el poder escuchar lo que Dios le comunica por medio de su
palabra, ha entrado dentro de la esfera de poder tener la experiencia de la fé funcionando en el interior de su ser por la
operación del Espíritu Santo y la palabra viva de Dios.
LA DECISION ES PERSONAL
Una vez que el
Espíritu de Dios ha obrado en la vida de la persona que ha escuchado su palabra, la persona es conmovida recibiendo la capacidad
de hacer un juicio propio de su condición ante Dios a la luz de su palabra. Solamente esa persona va a tomar la decisión de
creer y aceptar, o no creer y rechazar el amor de Dios mostrado y revelado por medio de su palabra. Es por eso que la persona
necesita la intervención del Espíritu Santo antes de una fatal decisión.
Cuando creemos y aceptamos el plan de salvación
de Dios, El honra nuestra fé y nos concede su adopción como Padre. Rom.10:11,13. Habiendo estado destituidos de la gloria
de Dios por causa del pecado (Rom.3:23), al arrepentirnos Dios borra y quita el pecado de nosotros y nos redime justificándonos
gratuitamente por medio del sacrificio obrado en la persona de su Hijo Jesucristo. Lea Romanos 3:22-26.
JUSTIFICACION
La
Biblia dice que somos declarados justos por medio de Jesucristo. Rom.5:1. Aquí se muestra la gracia, la misericordia y la
bondad de Dios para con nosotros como pecadores perdidos y antes destituidos de su gloria. El sacrificio vicario de Cristo,
su obra hecha en nuestro favor, Dios la pasa ahora a nuestro crédito, cuando aceptamos a su Hijo Jesús. Tito 3:4-7. La justificación
es el acto jurídico por medio del cual Dios, como Juez, y basándose en su perfecta justicia, declara justo al que cree en
Jesucristo. Dios mismo es quien hace esta declaración de justicia. Leer Rom. 8:31-34.
Esta justificación es hecha solamente
por medio de la intercesión de Jesúcristo, el Hijo de Dios, por eso él es nuestro intercesor. Juan 17:20-24. Jesús nos ha
dado su palabra, que es también la de Dios Padre, para nuestra santificación. Juan 17:14-17.
SANTIFICACION
Nuestra
santificación viene por medio de Jesucristo. La santificación es la consagración de nuestras vidas para Dios en nuestro diario
vivir. Jesús mismo consagró su vida y se santificó con el propósito de que nosotros recibamos su santificación, o sea, seamos
declarados santos en él. Juan 17:19, 20. Aunque antes éramos pecadores y reos bajo el juicio de condenación, ahora, en el
NOMBRE DE JESUS somos santificados por el Espíritu que de él recibimos. 1ra. Cor. 6:9-11. Ser santificado es tener el poder
y la capacidad de consagrarnos para Dios viviendo y haciendo como a El le agrada. 1ra. Cor. 6:12, 20; 7:35.
Es por
eso que la salvación es un proceso por medio del cual, Dios, habiendo iniciado ese proceso, nos ayuda para que podamos crecer
en nuestra vida y conocimiento espiritual, de manera que no sigamos en nuestro estado de condenación que, a causa del pecado
inherente en nosotros, nos tenia ligados a una muerte horrenda de fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Mateo
25:41.
¡Gloria le sea dada a nuestro Padre celestial por su amor mostrado hacia nosotros pecadores, habiendo entregado
a su Hijo Jesucristo en sacrificio, y quién se dió voluntariamente para derramar su preciosa sangre, la cual nos limpia de
todo pecado! Amén. 1ra Juan 1:7. ¡Que Dios te bendiga mucho más!
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